Salud Mental: El poder de las palabras

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A las palabras no se las lleva el viento. Las palabras tienen un gran peso en el desarrollo emocional de los niños y adolescentes. En la cotidianeidad con niños y adolescentes suelen utilizarse frases y expresiones que, tomadas en su literalidad, afectan a gran escala en la construcción de sus identidades, autoestima y autopercepción, es decir, en su desarrollo psicoemocional. Aunque no sea intencional, estas palabras calan hondo y pueden comenzar a ser leídas erróneamente por quienes las reciben. 


En España, una iniciativa lanzada a comienzos de mayo, invitó a la ciudadanía en general a participar en la reflexión sobre frases o expresiones comunes, muy arraigadas al lenguaje, y que necesitan de un cambio urgente.

Sobre las 400 frases elegidas se debatió y reflexionó en un Focus Group en el que han participado profesionales de la educación, la salud mental, familias, niños, niñas y adolescentes. 

Frases que deberían evitarse

Por cotidianas que parezcan, utilizar a menudo algunas de estas frases para que hijos e hijas reaccionen u obedezcan, podría estar transmitir un mensaje erróneo. Algunas de las más frecuentes son:

-"¿De verdad lo hiciste vos?”. Esta frase suele utilizarse para mostrar sorpresa por algún trabajo o tarea que el niño o niña realizó, y generalmente busca impactar de manera positiva. Sin embargo, esa duda sobre la capacidad en los más pequeños puede comenzar a ser una semilla para la falta de seguridad en sí mismos.

-“Me vas a volver loco/a”. Con esta frase el o la menor siente todo el peso de la culpa directamente, cargando con la responsabilidad del bienestar ajeno. El pequeño corre el riesgo de ser demasiado sumiso en sus relaciones, priorizando las necesidades de los demás y dejando de lado las suyas propias.

-“No llores, que no es para tanto". Esta frase dificulta la compresión de sentimientos. Aunque la intención siempre sea restarle importancia para alejarlos del dolor, pueden interpretar que se desautorizan sus emociones. En estos casos siempre es mejor apoyarlos y consolarlos. Deben saber que, en un momento de debilidad, siempre que les pase algo pueden contar con la presencia y compañía de su familia.

-“Sos un/a niño/a malo/a”. Esta expresión les puede hacer pensar que son “defectuosos”. No es lo mismo afirmar esto que ellos entienden como un hecho que no pueden cambiar, que especificar en qué se han equivocado y qué es lo que han hecho mal.

-“Ya verás cuando lleguemos a casa”. Problemas de autoridad, intento constante de complacer a otros para evitar el castigo. Este tipo de afirmaciones produce ansiedad, terror y vergüenza en los pequeños y pequeñas porque mientras llegan a casa van a estar pensando en el castigo.

-“Basta de tonterías/pavadas”. Si un niño o a una niña escucha constantemente esta frase, puede dejarse llevar por las palabras de sus padres y dejar de creer definitivamente en los sueños.

-“Tu hermano/a no hace esas cosas". Deberías aprender de él/ella”. El o la menor percibe a esa otra persona con la que se le compara como un modelo que nunca podrá alcanzar y esto afecta a su autoestima. Considera que no es cómo les gustaría a los demás.

La solución es aprender a manifestar de forma positiva lo que se les quiere decir a los hijos e hijas. El adulto debe mostrar cómo regular dichas emociones, un proceso denominado "heterorregulación emocional" para que el niño en un futuro adquiera habilidades para una adecuada autorregulación. 

Por eso, hay que tener muy presente qué hacer, qué decir y cómo decirlo, teniendo en cuenta siempre la importancia del lenguaje en su bienestar emocional. 

Fuente: Rosario3


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